En este pequeño texto quiero presentar unas ideas sobre la con(s)ciencia ecológica desde una actitud ecopacifista, y en concreto de lo que llamo la ecoasertividad noviolenta.
Cuando hablamos de consciencia ecológica nos referimos a diversos aspectos:
-Información científica de los diversos escenarios futuribles en la época de la emergencia climática,
-Ampliar la consciencia de la interdependencia (espacial y temporal).
-Amar cada día más profundamente la Vida, la naturaleza y sus animales conscientes.
-Integrar la información, el sentimiento y la acción
…
Un aspecto fundamental es el de poder hacernos conscientes de los escenarios que vivirá la próxima generación o incluso nosotros mismos en unos años, es una tarea en la que no estamos entrenados. Para ello necesitamos lo que he llamado acercar la interdependencia a nuestro corazón, a nuestra vida. Un ejemplo, los bebes que ahora están naciendo, incluso los adolescentes que ahora están estudiando, saben que sus vidas pueden llegar a ser muy complicadas, o incluso imposibles en el mundo que estamos dejando. Saber esto, tomar consciencia de ello, no nos puede dejar indiferentes.
Pero, cual va a ser nuestro grado de movilización, de respuesta regenerativa, dependerá del grado de consciencia ecológica que podamos integrar. Para integrar los escenarios futuribles, la ecopsicología nos ayuda a atravesar y honrar el dolor por los animales conscientes, por las plantas, por la vida, ante la sexta extinción con el riesgo que el ser humano la convierta en la última de nuestra amada tierra. El amor, el agradecimiento a la red de la Vida, es lo que mantiene la llama de la transformación consciente. Cuanto más empaticemos y amemos la Vida, la naturaleza y sus animales conscientes, más intensa será nuestra pasión por el cuidado de la Vida. Desde el punto de vista del desarrollo moral, si estamos en un plano puramente egocéntrico, egoísta, el cuidado de la Vida será el cuidado de nuestro cuerpo, emociones, pensamientos...de nosotros mismos. Si estamos en un paradigma de la realidad etnocéntrica, nuestro cuidado será a nuestro espacio familiar, o grupo de referencia. Si ampliamos esa mirada a un perspectiva ecocéntrica, el cuidado del planeta será también una prioridad. Pero en este momento de emergencia climática, estas distinciones pueden fácilmente diluirse, ya que preocuparse por los jóvenes de la familia, o del grupo de referencia, implica necesariamente preocuparse por el planeta, e incluso desde una mirada puramente egocéntrica, haría falta plantearse ese salto al cuidado del planeta para la propia supervivencia. Parafraseando al Dalái Lama, si quieres ser eficientemente y totalmente egoísta, ocúpate del bien común.
Otro ejemplo de acercamiento de la interdependencia a nuestro corazón, y de ecoasertividad noviolenta, seria reflexionar en como cuando alguien come animales conscientes, está comiendo el Amazonas y las selvas que sostienen el futuro de la Vida, ya que el 80% de la deforestación viene causada por las plantaciones que darán de comer a los animales que previamente torturados pasaran al plato como un delicioso manjar que roba el futuro.
La ecoaserividad noviolenta es básicamente no enmascarar la verdad, decir las cosas tal y como son, sin falsas cortesias, sin engaños, sin rodeos, la emergencia climática nos lo demanda.
Si paseando por la calle viéramos a alguién pegar a un perro, tratariamos de avergonzarle, de llamarle la atención ante un acto de crueldad con un ser consciente, pero si vemos a la misma persona deborando el futuro de la próxima generación comiéndose un animal torturado, lo vemos con buenos ojos...como si fuera normal...
¿Como puede un padre, una madre, una persona... decir que ama a sus hijos (sus amigos y familia), y comer carne? Comer animales de granja industrial es un acto de puro egoismo, pero egoismo del errado, del que trae una situación peor para uno mismo y para el resto. Consumir aceite de Palma es malo para uno mismo y para las selvas, como pasa con el hecho de comer animales. En una fractalidad recurrente, en un karma autoreforzado, inercias de fango y lodo, de hipertensión y sufrimiento, gritos y llantos, como ecos del futuro que resuenan en cada pisada de acelerador, en cada plástico tirado al contenedor del noreciclaje, en cada vuelo lowcost, en cada comida procesada, donde podemos reconocer la mirada de nuestros ancestros gorilas rogando por sus tierras donde proteger a sus hijos. Recordando a Morton, el efecto de cada pequeño acto que hacemos se exponencializa con el paso del tiempo, de los años, de los decenios, de los siglos...ese pequeño acto de (des)plastificación de nuestra vida cotidiana que hacemos, tendrá un gran impacto al cabo de 1000 años, de 10.000 años...
Si amo la Vida, si amo la naturaleza, Nuestro Planeta, si amo mi cuerpo...no cabe ser cómplice de la deforestación del Amazonas, no cabe comer selva servida en forma de un animal consciente torturado.
Y quien lo haga, es inconsciente y estaría bien que tuviera más información, o simplemente tiene un comportamiento de un egoísmo que hasta que no sea ilegal, debe ser señalado como un comportamiento moralmente vergonzoso. Hay que desplastificar nuestros corazones.
Me gustaría aclarar que esta presión moral, esta categoría de Vergüenza Climática, puede tener matices, no es lo mismo volar por turismo, que para visitar a la familía, o habría que tener presente la diferencia entre un animal de granja industrial, y un animal libre de campo,...y el tema de la Vergüenza climática solamente la contemplo para personas que se consideren jóvenes, las personas atrapadas por la matrix cultural, esas personas desconectadas de la Vida, demasiado inmaduramente mayores, y que han sido educados de forma poco flexible...simplemente serán los últimos en cambiar. Pero las personas ecologistas, activas, con intención de mejorar el mundo en el que viven para las siguientes generaciones, no pueden permitirse ser parte activa en la deforestación de las selvas de nuestra tierra, por ello tenemos que decirlo, no podemos mirar hacia otro lado, no podemos blanquear la realidad ante la emergencia climática!!!