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Foto del escritordaniel turon

Emergencia climática y emociones.


"Gràcies tristessa per despullarme

amb tanta tendresa"

Gràcies. Canimas.

Hi ha onades que baixen, hi ha onades que pujen,

i el cel sempre es ample, i el sol va amb la lluna

tornem a posar cada cor al seu pit,

compartim el batec, i que marxi el neguit…

Un cor a terra, Canimas.

vishnu vijayan Pixabay

Las emociones juegan un papel fundamental en la época de la emergencia climática. Emoción viene de movimiento, la CNV (comunicación Noviolenta) nos enseña que las emociones son las señales de alarma que nos indican que hay una necesidad, una necesidad de transformación.

Las emociones son un lenguaje de relación con el Otro, es nuestra brújula para conocer y adaptar nuestro rol, nuestro papel en esa relación. En este caso nuestra relación con la vida, con la naturaleza, con la existencia.

La primera de las emociones, es la negación, el rechazo, el darle la espalda a lo obvio.

Sino escuchamos el síntoma (de dolor) cuando se presenta, no se puede resolver el problema, el desequilibrio. La negación es no querer hacer el proceso interior de asumir las emociones para afrontar el reto de conocer nuestro rol en la Vida. Está por lo tanto ligada al miedo.

El miedo(ecoansiedad) es la emoción que nos ayuda a ver que hace falta tomar medidas, pre-ocuparse para que las cosas vayan en la dirección correcta, desde la distopía a la ecotopía. La ecoansiedad nos lleva a la proactividad, a informarnos, prepararnos aprendiendo nuevas miradas y capacidades. Tiende a surgir de la información, cuanto más aprehendemos la realidad actual, sobre la rapidez de los cambios climáticos frente a la lentitud de la respuesta política, los miedos y la ecoansiedad pueden acrecentarse y acompañarnos también a la siguiente emoción.

La tristeza y la desesperanza. La tristeza nos muestra el profundo amor que tenemos a la vida. Eso que queremos cuidar, la naturaleza, nuestra familia. Nos ayuda a valorar profundamente lo fundamental en nuestra vida, lo esencial, lo vital. La desesperanza puede llegar a ser un lugar cómodo de reposo, una zona de confort que puede adormecer. Y también puede llevar a la casilla de salida, a negar la realidad y al olvido de lo importante, la acción.

La rabia y el enfado, son también fundamentales, son la puerta de salida de la tristeza. Cuando se gestionan bien, nos llevan a manifestar nuestro amor por la vida consciente. A decir las cosas como son, a ser ecoasertivos, lo que los cínicos llamaban la parresía, expresar nuestra necesidad a quien ostenta el poder. Y actuar en consecuencia, con manifestaciones, con acciones pacíficas, siempre desde el respeto al otro, pero señalando los comportamientos que carecen de la ética del bien común.

Aquí entraría en juego la emoción de la vergüenza, como un comportamiento (pj. volar, comer animales-industriales, usar plástico…) es visto como socialmente vergonzoso, en una cultura y en un momento histórico como el nuestro. Y el enfado de ver comportamientos no-éticos que dañan la vida, la naturaleza y el futuro.

Hay que señalar que la rabia, sin consciencia ni ética, puede tener una salida errónea y producir desastres de lose-lose causando dolor mutuo, por ejemplo con los insultos, la mentira, la calumnia, las microvenganzas...

La aceptación, desde una mirada profunda es como la Ataraxia de los helenos, o como la ecuanimidad budista, lo podríamos asociar también a la serenidad. Es el camino medio entre la ecoansiedad y el pasotismo. La trampa en la aceptación es de nuevo el volver al Bussiness as Usual, al todo como de costumbre de la negación o del olvido de la emergencia climática.

La aceptación se dice que es una palanca a la creatividad, el vacío fértil desde donde surge el movimiento y la acción consciente, para llevar a cabo una tarea regenerativa y transformadora.

Seguramente por ello, el proceso de duelo climático, como todo duelo, no tiene un lugar donde asentarse, es un proceso constante de movimiento, en espiral a través de las diferentes emociones.

Y de ahí, ir afrontando la realidad de Nuestro Planeta...

Stefan Keller. Pixabay


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