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Emergencia Climática y Con(s)ciencia ecológica.

Actualizado: 3 jul 2020


Tomar consciencia de lo que significa la declaración de emergencia climática, es ir viviendo en un estado de consciencia ecológica, de consciencia de la situación en la que nos encontramos, es tomar consciencia del proceso de duelo climático que estamos viviendo. Como dice Joanna Macy, afrontar la realidad de la posible extinción de los seres vivos complejos en la tierra, como proceso que podría ocurrir en el transcurso de una vida humana, es la realidad psicológica fundamental de nuestro tiempo.

Es por ello que a mi entender, este proceso de crisis, de transición, donde lo viejo no acaba de dejarse ir, y lo nuevo no acaba de llegar, podría incluso señalarse como un momento histórico, distinto a la modernidad y a la postmodernidad, la época de la emergencia climática, donde los seres humanos tomamos consciencia de la gravedad de la situación, donde empezamos a valorar nuestro rol en la naturaleza, y donde nos reconocimos como una ciudadanía planetaria en apoyo mutuo, aprendiendo creativamente de los conflictos.

Por lo tanto, vivimos en una época marcada por la emergencia planetaria, y esto redefine la identidad, redefine nuestro papel en el mundo, nuestras prioridades, y tiene que redefinir nuestra manera de vivir y comprende la naturaleza y las relaciones. Saber que vivimos un momento excepcional, nos tiene que ayudar a transformar nuestro paradigma del mundo. Y en definitiva nuestros valores y prioridades.

En este sentido podríamos hablar de una ética para la emergencia climática. Y es en este contexto, donde de forma pragmática aparece lo que se ha llamado la vergüenza de volar, una consigna del movimiento de justicia climática, que pretende visibilizar el daño que producen las emisiones aeroportuarias, especialmente vergonzoso es el uso de los vuelos lowcost.

El término vergüenza de volar, me parece especialmente interesante y es fácilmente traspasable a la vergüenza de comer animales de granja industrial, la vergüenza de ser cómplice de la deforestación del Amazonas, colaborando en la industria cárnica multinacional (deforestación, cultivo transgénico, tortura animal...).

Uno tendría que avergonzarse de ciertos comportamientos, como cuando uno camina en medio de la ciudad un día caluroso y se ha olvidado llevar agua, y no tiene más remedio que comprar...plástico?, o ...un zumo en vidrio?...También cuando uno va a la tienda sin bolsa, personalmente me causa mucha Vergüenza Climática tener que pedir una, y en más de una ocasión he llamado la atención a personas que pedían una bolsa por un solo producto, o que compraban platos de plástico para una fiesta...al igual que he llamado la atención cuando alguien no pone las cosas en el contenedor adecuado de reciclaje, o "se le cae" algo al suelo. No tiene usted hijos? es una pregunta que puede descolocar y dar paso a una pequeña conversación sobre la situación de emergencia climática...

Un ejemplo más de acercar la interdependencia al corazón, para activar la acción...si nos planteamos un marco mental anual, como están acostumbradas las empresas, podemos afirmar que a mediados de año, en Europa, hemos consumido más de lo que la tierra puede regenerar en un año, así en la segunda mitad del año, cada gasto de electricidad, (si es 100% renovable menos, pero también), cada quilómetro que hagamos en coche, cada emisión de co2, en cada animal consciente torturado que una persona se atreva a comer,

en cada plástico usado... etc...estamos literalmente robando las pocas posibilidades de futuro que tienen los jóvenes...

Quiero matizar que aunque soy contundente en la expresión de la vergüenza climática por el consumo de carne, la mayor crítica es al consumo de carne de granja industrial. Por que hay diferencias entre un animal torturado y un animal que ha vivido libre. También entiendo las excepciones "rituales" puntuales (no por consumir cerveza un día, uno se hace alcohólico).

O incluso casos particulares como el del consumo de moluscos y ostras.

La mayor presión moral de la vergüenza climática, es sobretodo a lo que podríamos llamar una adicción o consumo problemático, que además es dañino para la salud humana, o sea más de 2 veces por semana, cuando hay personas que consumen productos-tortura de las granjas industriales 21 veces por semana, en cada una de las comidas. De todas maneras, como ya hemos observado, en la actual situación de emergencia climática, esas 2 veces por semana seguirían causando un daño directo a un medioambiente que no puede permitirse más degradación, por el riesgo de colapso.

Creo por tanto, que una persona adulta, madura, consciente del mundo en el que vive, no puede como el personaje de matrix, hacer alarde de egoísmo-pasotismo, sino que debe asumir que el consumo de carne industrial es parte de la vida plastificada que hemos de dejar para que la vida pueda seguir floreciendo en nuevos ciclos de evolución...seamos pues actores de esa parte de la historia donde pudimos-quisimos regenerar la Tierra....Debe haber otra forma de vivir...


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